Carta fundacional
Uno
El 30 de julio de 2002 puede ser tomada como fecha simbólica: ese día los escritores y escritoras comenzamos a organizarnos para ayudar a gente que estaba pasando mal. La crisis nos encontró aislados y nuestra actitud fue espontánea. No sabíamos qué hacer pero sentíamos que era necesario hacer algo. Para empezar: no ser indiferentes.
No éramos los únicos creadores en reaccionar. La diferencia radicaba en que los escritores carecíamos de organización. Ni siquiera nos conocíamos, no sabíamos quiénes éramos, cuántos, dónde vivíamos.
El resultado fue la actividad denominada "Letras por kilo" en setiembre de 2002. A cambio de dar lo nuestro, nuestra obra, pedimos a la gente que aportara alimentos para los merenderos populares de Montevideo. Lo que recogimos no podía cubrir las necesidades de una semana de los merenderos de un solo barrio de Montevideo.
Dos
El resultado más notorio y positivo fue que escritores y escritoras nos conocimos, trabajamos juntos, nos demostramos que podíamos hacer algo por los demás y que no estamos al margen.
En dos meses logramos concretar un Encuentro: "Las letras tienen la palabra" en noviembre 2002. Comprobamos que era posible avanzar hacia formas más elaboradas de organización. Convocamos a escritores y escritoras, sin exclusiones. Entendimos que la forma que en este momento necesitamos requiere un espacio, un sitio nuestro. Esa idea fue la mejor recibida: trabajar para tener una casa de escritoras y escritores del Uruguay.
Tres
Hemos ido afinando lo que queremos, y también definiendo lo que somos. Los escritores tenemos un sitio en la sociedad y nuestra tarea es la creación, la palabra. Una sociedad no existe sin una cultura, sin creación del espíritu. Cuando el país se hunde apostamos a la cultura como forma de sobrevivir con dignidad.
En 2002 se quebraron los relatos referenciales que nos unían como sociedad. Ante el desamparo y la incertidumbre, la palabra debe ayudar a encontrar significados. Una comunidad no existe sin su literatura.
Nos proponemos trabajar para crear un lugar de pertenencia que sea un referente cultural y punto de encuentro, porque organizar un centro de difusión cultural es un aporte importante y efectivo que como escritores podemos dar a la sociedad. El compromiso fundamental es con la cultura, en particular con la literatura. El trabajo cultural supone intercambio de ideas, debate. La solidaridad es concomitante a la forma de vinculación que queremos fundar; nos unen nuestra actividad y los valores democráticos de tolerancia, respeto a la diferencia, rechazo al autoritarismo y defensa de los derechos humanos.
La palabra moldea al escritor y a quien la recibe. El Uruguay es también el relato que sucesivas generaciones de hombres y mujeres han hecho como consuelo, como deseo, como cobijo.
Cuatro
La Casa de los Escritores, si bien jurídicamente puede ampararse en las mismas disposiciones que rigen para un sindicato, no tiene el mismo fin. Es un lugar físico pero es, ante todo, un centro de cultura.
Esto quiere decir que la Casa no será una organización gremial ni política, pero ni a sus miembros individualmente ni al colectivo le estará vedada la toma de posición ante cuestiones gremiales, políticas y sociales.
La Casa tendrá la mayor amplitud para recibir a quienes quieran pertenecer a ella. Por definición de sus valores fundacionales solamente no podrán integrarla quienes defiendan conceptos antagónicos con los principios y objetivos anteriormente enunciados.
Podrán integrar la Casa todos los escritores uruguayos, o residentes en Uruguay, que hayan hecho públicos sus trabajos por algún medio.
Por todo lo expresado en esta carta fundacional, escritores y escritoras reunidos el 15 de junio de 2003, en Montevideo, declaramos constituida la Casa de los Escritores del Uruguay.